Las noches de un atormentado nadaísta



 

Las noches de un atormentado nadaísta

Soy feliz, en este momento nada más importa, solo estamos mi balcón, la música y yo. No existe nada, más allá del bello cielo de colores que teje esta noche de la eterna primavera. Miro a la montaña y encuentro cientos de casitas tenuemente iluminadas y por un pequeño instante se me olvida que cada una es una historia, veo como el día de mis vecinos termina y como poco a poco todos los edificios que me rodean se oscurecen y pareciera que se desvanecieran en la sombra. Un perro me mira y luego se va, seguro pensó que estoy loco. En estas bellas noches me suelo preguntar si los hombres merecemos la majestuosidad del cielo nocturno y sus poderes emancipadores de sufrimiento

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