Sensaciones: Una tarde en la casa de mi abuela

 


Una tarde en la casa de mi abuela

Después de una mañana agotadora llega el momento de matar el tiempo en la casa de mi abuela, una construcción bastante antigua que se ha ido renovando paulatinamente, pero eso no ha evitado que se note el pasar de los años en sus paredes. A este punto del día la temperatura alcanza su punto más alto y de la inmensidad de esos 2 pisos el único lugar donde se puede soportar estas condiciones es el patio, que a su vez ha sido el lugar de la casa que más cambió.

La mejor forma de combatir el calor abrasador es tirarse al suelo que para colmo de males no se encuentra frio ya que el sol lo ha calentado. Al frente tengo un antiguo equipo de sonido que cuenta con reproductor de cassettes, discos de vinilo y ambas frecuencias de radio, aunque lo único que todavía funciona es el radio, allí escucho viejos tangos y boleros que me han acompañado en todas las tardes de mi vida desde que tengo memoria. Nombres como Carlos Gardel, Alfredo De Angelis, Osvaldo Pugliese, Oscar Larroca, Miguel Caló, Julio Jaramillo, Los Visconti y muchos otros intérpretes de melodías del siglo pasado me evocan un sentimiento de nostalgia de una época que no viví, esa extraña sensación me hace olvidar el calor sofocante que está padeciendo mi cuerpo.

Después de varias horas en la misma dinámica, puedo observar como un Anturio naranja explota ante los imponentes rayos del sol que ya se empiezan a desvanecer. Para iniciar el fin, una taza de café, a esta altura esto es lo único que me puede regresar de mi pequeña escapada a la Buenos Aires del siglo XX. Ya para este punto el sol bajó tanto que sus rayos ya no se observan en el patio, junto a él disminuyó la temperatura, permitiéndome regresar a mis actividades cotidianas y llega el triste momento de abandonar ese bello lugar que habité toda la tarde.

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